Efectos de COVID-19 en la producción académica y desigualdad de género en la ciencia  

La llegada intempestiva de la pandemia por COVID-19 encontró a casi toda la humanidad como un paciente de riesgo sin estar preparados para una arremetida sin precedentes. El principal impacto devastador de COVID-19  es la pérdida de vidas humanas reportando  380.000 muertes al 2 de junio 2020. Según la Universidad de Harvard  adoptar a un nuevo estilo de vida de distanciamiento social es la mejor alternativa para mantenernos vivos y saludables.

En el campo de la ciencia, el autoaislamiento obliga a las mujeres de ciencias a dedicar parte considerable de su tiempo a responsabilidades domésticas con una consecuente reducción de su producción académica. Según Giuliana Viglione “las mujeres académicas publican menos preimpresiones y desarrollan menos proyectos de investigación que sus pares masculinos”

Así, el COVID-19 no solo ha empeorado las desigualdades de género en el campo académico; sino que ha puesto en riesgo el progreso ganado por las mujeres en la ciencia. Permitiendo que los hombres continúen dominando la producción científica en casi todos los países.

Las mujeres enfrentan dificultades en el ejercicio de la ciencia

El género femenino en la ciencia enfrenta diversas dificultades. La ONU reporta que las niñas y las mujeres tienen hoy cuatro veces menos de probabilidades que los hombres de adquirir las competencias digitales básicas, similarmente, las mujeres representan menos del 30% de las autorías de trabajos científicos, mientras que los hombres representan más del 70%.

Las investigadoras jóvenes están en desventaja para ser promovidas frente a los veteranos de la ciencia que no están dispuestos a ceder espacio a la nueva generación femenina. Investigadoras en Norteamérica y Europa expresan que la respuesta científica durante la pandemia por Covid-19 se ha caracterizado por un nivel extraordinario de sexismo y racismo y está retrasando el progreso difícilmente ganado por las mujeres en las áreas STEM.

COVID-19 contribuye en la reducción de publicaciones académicas de mujeres científicas

El autoaislamiento indujo a muchas mujeres en la ciencia a  intensificar sus responsabilidades domésticas en desmedro de su producción académica. Este hecho fue corroborado por Megan Frederickson (2020),  Karthik y Broman (publicado en Frederickson, 2020), Giuliana Viglione (2020), Vincent-Lamarre (2020) y otros.

Por el contrario, el número de autores masculinos aumentó a un ritmo mayor que las autoras  que enviaron publicaciones durante los meses de pandemia. 

Roles expectantes de las mujeres de ciencias opacadas por sus pares masculinos

La llegada de la pandemia por COVID-19 resalta la desigualdad de género subsistente en los círculos académicos, los cuales se evidencian en acciones como:

La exclusión en la toma de decisiones. En el ejercicio de la ciencia, la toma de decisiones demanda de una preparación y conocimiento de primer nivel y muchas mujeres lo han logrado en el campo de la epidemiología. Sin embargo, son varones quienes lideran el control de los proyectos y sobretodo, lideran la recopilación y el análisis de datos  que fueron obtenidos por las mujeres ejecutoras de la investigación y conocen el tema con mayor profundidad. En esta situación, ellas son llamadas a asesorar, sin recibir la oportunidad de asumir el liderazgo del proyecto al que ameritan, por estar mejor preparadas que sus homólogos varones.

La exclusión de la discusión pública: Existen mujeres calificadas en la primera línea de respuesta Covid-19; sin embargo,  las voces de hombres no calificados son más  escuchadas que las de las mujeres expertas. Por ejemplo, hay conferencias que presentan paneles exclusivamente masculinos. Y más grave aún, académicos masculinos de alto nivel en modelos tecnológicos, sin experiencia en salud pública, biología o control de enfermedades tienen la osadía de hacer declaraciones públicas mal informadas sin fundamento en la ciencia rigurosa. Esta oportunidad de discusión podría ser concedida a mujeres capaces de proponer políticas relacionadas a COVID-19 y temas afines, con gran altura, objetividad y basadas en sólidos fundamentos de la ciencia que ellas dominan por los años dedicados a la investigación.

El confinamiento a trabajos irrelevantes. Muchas mujeres en la ciencia son asignadas para cumplir tareas de segunda línea como el apoyo a estudiantes, apoyo a superiores y cumpliendo funciones de servicio institucionales diversos, en lugar de escribir artículos científicos, para lo cual están muy preparadas.

El menor financiamiento: en la investigación científica hay una mala distribución de fondos que generalmente está sesgado a favor de los hombres no necesariamente calificados en el tema a investigar. Un estudio de beneficiarios de NHI encontró que solo la tercera parte de las subvenciones fueron para mujeres en Gran Bretaña.

La afectación por la pandemia: el COVID-19 juega a favor de los varones y en contra de las mujeres en la ciencia. Existen estudios que han demostrado la disminución de la producción de investigación de las mujeres a diferencia de la producción masculina, la cual aumentó a un ritmo mayor que las autoras durante la pandemia por coronavirus.

Cómo cambiar la desigualdad de género en la ciencia

Como factores que pueden contribuir a fortalecer la equidad de género podemos mencionar:

La formación de la inteligencia colectiva, Marc Santolini (CRI Paris) destaca la importancia de la presencia femenina en equipos de trabajo donde se requiere despertar la inteligencia colectiva de la ciencia que puede transformar el mundo. La llegada de COVID-19 sacó a flote el “factor C” de inteligencia colectiva donde la presencia femenina es fundamental, razón por la cual destaca la importancia de la proporción de mujeres  en el equipo inteligente.

La cultura, hacen falta la reflexión sobre la capacidad de las mujeres para desarrollarse en el campo de la ciencia y el cambio de paradigma actual que desestima el potencial intelectual de las mujeres en la ciencia.

La Prensa, los periodistas podrían contribuir a la igualdad de género entrevistando a expertas en ciencias, en lugar de promocionar a varones sin experiencia. Los periodistas deben preguntar a quién entrevistar y ser equitativos en sus decisiones de genero al programar sus entrevistas

Financiamiento en las áreas STEM. Se deberían establecer criterios equitativos en la distribución de financiamiento sin perjuicio de género como ocurrió con una investigadora IP que no pudo asistir a conferencias y redes por una subvención inferior a los IP masculinos.

Educación, desde la infancia la educación debería eliminar los sesgos de género y  fomentar el interés de las niñas por la ciencia y prepararlas para luchar en lugares de trabajo dominados por hombres.

Existen hombres conscientes que están combatiendo la disparidad de género en STEM. Juan Gilbert (informático) denuncia a otros hombres cuando los ve cometer prejuicios. Por ejemplo, en un entorno de conversación cuando se interrumpe a una mujer, o cuando un grupo de contratación consta completamente de candidatos masculinos. Shaun Hendy (físico) y otros colegas varones que se niegan a participar en “manels” (paneles exclusivamente masculinos) en las conferencias. Terry McGlynn, (entomólogo), respecto al acoso, opina que los hombres deberían eliminar activamente los obstáculos para las mujeres en lugar de alentar a las mujeres a superarlo. Terry recomienda expresarle al acosador, con aplomo, su inconformidad por su mal comportamiento. Paul Walto (químico bioinorgánico), cuando ejerció como jefe del Departamento de Química, optó publicar anualmente información salarial de su departamento con el propósito de disminuir la brecha salarial de género, propiciando así, contrataciones y pagos más justos.

Para que un país sea científicamente competitivo, necesita maximizar su capital intelectual humano, dar espacio a la intervención femenina en proyectos colaborativos diversos y contribuir a reducir la desigualdad de género en la ciencia.

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